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Hay diferentes maneras de entender y transmitir el amor que tenemos hacia los demás. Incluso la forma que tenemos de demostrarlo y en la que nos gusta recibirlo, pueden no coincidir siempre. ¿Conoces los tuyos? ¿Y los de tu pareja?
El psicólogo Gary Chapman habla de cinco maneras en las que es posible dar y recibir amor.
Esta es la forma más directa de dar y recibir amor. Las personas que tienen como lenguaje del amor el contacto físico, necesitan de él para sentirse queridas, seguras y protegidas. Este gesto puede ser un abrazo, cogerse de la mano por la calle, una caricia, un beso o mantener tener relaciones sexuales.
Esta manera, también bastante directa, de mostrar amor incluye toda expresión mediante la palabra. Puede ser en forma de cumplidos, elogios, reconocimiento, palabras de ánimo, escuchar un “te quiero”, etc. A quienes necesitan este lenguaje les gustará que les expresen lo que sienten de manera clara y que lo hagan a menudo.
Es importante sentir lo que se dice, que sean mensajes que salen del corazón. Además, este lenguaje puede tener como beneficio añadido el aumentar la autoestima en el otro, su seguridad y bienestar asociado a ti.
No importa qué actividad sea la que se esté haciendo, siempre y cuando se esté compartiendo un momento de conexión, mirándose el uno al otro, teniendo una conversación interesante, riendo… Un momento gratificante para ambos en el que se brinde atención completa sin dejar que otras cosas, como el móvil o la televisión, sean una distracción.
Estas personas valoran más el pasar tiempo con su pareja, disfrutando juntos, encontrando momentos de intimidad que les permitan sentir que son compatibles y una prioridad para el otro.
Los regalos son un símbolo visual del amor, pero también una manera de hacer ver al otro que pensamos en él o le tenemos en cuenta y ponemos atención a lo que le gusta. Pueden ser regalos comprados, como flores, un dulce, algo que necesiten o les haga ilusión, o simplemente una notita o un detalle hecho con tus propias manos.
La clave no está en cuánto cuesta o en que sea un regalo muy exclusivo, si no en saber que es algo que le alegrará un poquito más el día o que le dice al otro “pienso en ti”, “te conozco”.
Se trata de realizar cosas que a tu pareja le ayudan de alguna manera o hacen que su día sea más fácil. Ya sea hacer algo adicional al reparto habitual de tareas de casa, recados o trámites, recoger al otro o acercarle a algún lugar, arreglar algo que se le ha roto... Con estos actos, las personas que dan amor a través de este lenguaje demuestran un intento por tener en cuenta al otro al intentar ayudar.
Identificando el idioma en el que cada uno entiende el amor, podremos mejorar nuestras relaciones afectivas. Deberemos preguntarnos: “¿de qué forma es importante para mí recibir amor?” o “¿cuándo siento que mi pareja me quiere/cuida?” y “¿cuál es la manera en la que yo suelo expresarlo?”
Una vez identificadas podemos compartirlas con nuestra pareja o ser querido, aclarando lo que sea necesario, y que luego sea el turno de la otra persona de hacer lo mismo.
En terapia, además de con estas preguntas, tenemos herramientas con las que ayudar a identificar qué idioma del amor es clave para cada persona y cuál es el grado de satisfacción con cómo se dan estas demostraciones.
Al proponeros poner en práctica gestos que no sean los naturales en cada uno, habrá que reconocer el esfuerzo del otro, ser comprensivo y tener paciencia para recordarlo o explicarlo nuevamente si fuera necesario. Cambiar hábitos o patrones cuesta bastante; además, nadie es adivino o llega sabiendo cómo queremos que nos quieran. Dando por hecho que el otro ya conoce esta información o que le debería salir automático, es mucho más probable que acaben surgiendo frustraciones o distanciamientos.
Cuando dos personas no comparten el mismo lenguaje de amor, pueden surgir conflictos o desacuerdos. En las parejas que acuden a terapia vemos que existe frecuentemente una sensación de no estar recibiendo suficientes muestras de cariño.
Veamos esto con un ejemplo:
Acude a terapia un matrimonio, llamémosles Ana y Pedro (los nombres son ficticios). Ambos sienten que la relación se ha enfriado y que se ha perdido la chispa o la conexión entre ellos. Escuchamos por parte de Ana mensajes cómo: “Si mi pareja no me toca, entonces es que no me quiere”, “Intenta comprar mi cariño y mí lo material no me importa” y por parte de Pedro: “no puedo entender cómo piensa esto si le demuestro a diario cuánto me importa”, “los esfuerzos que hago no sirven de nada”.
Explorando los lenguajes del amor vemos que el de Ana es el contacto físico y que el de Pedro, los regalos. Ana necesita el contacto físico para sentirse querida y cerca de su pareja; besos, abrazos, contacto piel con piel… y Pedro es una persona muy detallista y le gusta hacer pequeños regalos que entrega con mucha ilusión a Ana. Además de esto, resulta que ambos comparten el lenguaje de tiempo de calidad, lo cual aporta disfrute y fortaleza a la pareja.
La sensación de distanciamiento y de falta de reciprocidad se redujo al comprender que ya había maneras en las que el otro estaba presente e involucrado en dar cariño y cuidados y en el compromiso con la relación, y al entender que no coincidir en esas muestras de cariño no tiene por qué significar automáticamente falta de amor.
En sesión se trabajó además el cómo comunicar de manera efectiva lo que se necesita del otro y el aprender a valorar lo que el otro aporta. Y como tareas para casa se propusieron algunos ejercicios para promover la puesta en práctica de más gestos de amor que incluyeran contacto físico.
Por lo tanto, descubrir cuál es la forma en la que nos expresamos amor, es algo fundamental para crecer como pareja, ya que nos permite demostrar compromiso, prevenir el distanciamiento y las frustraciones, facilitar la expresión de sentimientos, generar experiencias más variadas en la relación, además de enseñarnos mucho sobre nosotros mismos y sobre nuestra pareja.